El Hombre Sin Rostro
Bienvenidos estimados lectores a una nueva reflexión de carácter pedagógico.
"El Hombre Sin Rostro" es una película dramática de 1993 dirigida y protagonizada por Mel Gibson, y basada en la novela homónima publicada en 1972 por Isabelle Holland. De hecho se trata de la primera película dirigida por Mel Gibson y he de reconocer que me parece un estupendo estreno.
Un niño llamado Charles E. "Chuck" Norstadt, que vive en una villa marinera en Maine, padece de serios conflictos familiares en un hogar sin padre. Chuck tiene dificultades para lograr uno de sus máximos sueños, ingresar a la academia militar de West Point, pero debido a su entorno, sus notas son deficientes y todo parece ir mal hasta que conoce a un extraño hombre solitario, llamado Justin Mc Leod (Mel Gibson), cuyo rostro está desfigurado a medias por un accidente automovilístico. Este lo acepta como alumno sin ningún precio a cambio, por ello le brinda toda su confianza.
Todo parece ir mejor para Charles E. "Chuck" Norstadt en la parte académica, pero detrás de un severo, paternal pero amigable tutor, hay un pasado oscuro que le persigue y que a la larga afectará las relaciones entre alumno y tutor, sobre todo ante el temor de la madre.
Dado el carácter de las clases particulares, el carácter de la enseñanza que usa sería el personalista, dando al alumno herramientas y retos para que desarrolle sus habilidades. Pero el carácter estricto y cerrado de Gibson hace que también se vean detalles del estilo de educación tradicional, poniendo normas y límites muy claros en la relación maestro-alumno.
Es interesante cómo la amistad entre ellos va rompiendo poco a poco la coraza de Gibson y haciendo que esos límites se vayan suavizando con el tiempo, sustituidos por una confianza mutua.
Escena interesante en la que interpretan un fragmento del Mercader de Venecia, donde pasan de leer a interpretar, haciendo del teatro una herramienta pedagógica.
Os la recomiendo, si no la habéis visto.
Por otro lado, comentar mis resultados en el cuestionario de Reddin:
Me sale que tengo un estilo Misionero (B), pacificador, amable, necesita apoyo (ya que busca que se le acepte), hace las cosas más fáciles y evita iniciar cosas (pasivo). También tengo un nivel alto de Conciliador Complaciente (D) excesiva participación, no toma decisiones, idealista, ambiguo, las nuevas ideas fracasan por falta de seguimiento.
No muy buen perfil para un profesor, la verdad. Pero como no soy muy creyente de los tests psicológicos, ya veremos cómo me va en la práctica 😉.
¿Y tú estimado lector qué opinas?
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