O Pelouro. Hasta la luz más brillante crea sombras.

LAS LUCES:

 O Pelouro fundada por Juan Llauder y Teresa Ubeira en 1973, es una escuela centrada en el Niño y cuyo modelo psico-socio-pedagógico se convierte en vehículo propicio para la integración saludable. O Pelouro es una escuela para todo niño, para aquellos “normales” y para los que presentan variaciones neurocognitivas que afectan al desarrollo, como espectro autístico, síndrome de Down, dificultad cognitivo-social, alta capacidad de inteligencia, etc…


El modelo educativo se inscribe en el paradigma sociocrítico como “pedagogía interactiva intersectiva”, que conlleva una función escolar basada en la investigación-acción centrada en el niño, con una arquitectura modular conexionada organizada a través de contextos desarrollantes en los que el procesamiento de la información, las emociones y las relaciones impregnan el currículo de dentro-a-fuera y de fuera-a-dentro en una dinámica que propicia el desarrollo socioindividualizado, concienciado y saludable: ser y hacer, con-vivir y aprender.

O Pelouro es una escuela subvencionada por la Consellería de Educación de la Xunta de Galicia. En el año 1988 se declara a O Pelouro “Centro Singular Experimental de Innovación Psicopedagógica e Integración” (Decreto 198/1988: DOGA nº 151, III, pág. 3503) donde se contempla un régimen especial de funcionamiento y la dotación económica para el desarrollo de su modelo. Suscribiéndose un convenio entre la Administración y el Centro, por lo que tiene consideración de centro privado concertado, sin perjuicio de su peculiaridad como centro singular experimental de innovación psicopedagógica e integración cuyas experiencias e investigaciones serán extrapolables a los centros ordinarios.

Así mismo, O Pelouro ha suscrito convenios de colaboración con Universidades de ámbito nacional e internacional viendo reconocida su trayectoria con diversos premios y siendo modelo de referencia internacional en el ámbito socio-educativo.

LAS SOMBRAS:

O Pelouro se ha visto envuelto desde su creación en varias controversias sobre sus métodos y algunos incidentes con personas que no vivieron la experiencia maravillosa que la mayoría cuenta.

Las acusaciones más sonadas fueron de maltrato animal, comentarios poco amables de algún docente en prácticas que no encajó en la dinámica del centro y el caso de una exalumna que hace afirmaciones tan lapidarias como:

  • "una escuela un tanto sectaria"
  • "supuestamente hacen integración, aunque no inclusión"
  • "allí lo pasan putas tanto los perros como las personas...a mi me maltrataron"
  • "lo mío seria denunciar al ministerio de educación, pero no tengo pruebas graficas"
  • "en este colegio me contagie de tiña por culpa de un gatito enfermo"...
MI EXPERIENCIA PERSONAL:

Primero aclarar que yo lo conozco personalmente por haberlo visitado una vez al año durante 7 años, con la misión de revisar sus pararrayos, lo cual no me califica para hacer un estudio de sus métodos pedagógicos o para juzgar actuaciones de ningún tipo. Pero puedo hablar de mis impresiones generales basadas en las conversaciones que tuve con las personas que me atendieron.

El primer año que fui fue cuando tuve la peor impresión de todas. Lo primero que me llamó la atención fue lo mucho que me costó encontrarlo, ya que no está dentro del pueblo, sino en la carretera pasando la estación antigua del tren y no tiene, a primera vista, un parking donde poder dejar el coche (algo que tienen el 90% de los colegios que visitaba por trabajo). Por si fuera poco, el colegio es una casona vieja (muy típicas en Galicia) por lo que no es fácil de identificar a primera vista. Mención especial el timbre para llamar a la puerta, una vara que da a una campana (le acabé cogiendo cariño con los años 😉). La cuestión es que la primera vez me recibieron fue con una actitud que rayaba lo hostil y antes de entrar a trabajar Dª Teresa me dio una charla sobre comportamiento y me interrogó sobre mis protocolos de trabajo. Total que eché mucho más tiempo del esperado, estuve vigilado en todo momento y no me sentí cómodo por el trato.

En las siguientes visitas la cosa cambió muuucho. No sólo no tuve charla para poder entrar, sino que incluso me dieron explicaciones del trato que me habían dado en esa primera visita, algo que agradecí enormemente y contribuyó a que mi experiencia laboral mejorara notablemente. En esas explicaciones fue cuando me contaron precisamente de estos casos puntuales de alumnos que no se habían adaptado y con padres sobreprotectores que habían acabado llevando esas quejas a los tribunales, con el consiguiente disgusto y contribuyendo a los problemas económicos que pasó el centro en sus inicios. Lo cierto es que mi experiencia laboral allí fue muy agradable y recuerdo el centro con cariño. Una vez que los profesores me reconocían de un año para otro, ya no hizo falta que nadie me acompañara (ya sabía yo dónde estaban los pararrayos) y fueron más flexibles dejando incluso que algunos chavales se me acercaran a hacerme preguntas. En cuanto a los animales que allí tenían, lo que vi fue que cuidaban de ellos y fomentaban que los chavales también lo hicieran. Todo me pareció muy positivo.

El único punto negativo que quizás podría nombrar, lo detecté a raíz de una visita en la que llegué a una hora muy mala, la hora de recogida de los chavales por los padres. En esa ocasión tuve que esperar a que pasara ese momento antes de acceder al centro, por razones obvias de no interferir en la entrega de los menores (algo que hacen de forma individual y aprovechando para hacer comentarios a los padres). Durante esa espera un par de padres se me acercaron curiosos para interrogarme sobre quién era y qué hacía allí. Una vez aclarada mi función, se mostraron de lo más amable y me hicieron comentarios del tipo "este centro nos ha cambiado la vida", "tenemos cuidado con los desconocidos porque hemos tenido malas experiencias en el pasado", etc. Sin embargo lo que más me llamó la atención, fue que alguno me comentó que se habían trasladado desde otras comunidades autónomas a vivir allí para poder estar cerca del centro y que sus hijos pudieran asistir a él. Esto me hizo reflexionar sobre la capacidad económica de esas familias para poder permitirse hacer un cambio tan drástico en sus vidas; al fin y al cabo Caldas es un pueblo no una ciudad. Por lo que me llevé una sensación de cierto elitismo entre las familias que llevan allí a sus vástagos. Y aunque no estoy de acuerdo, entiendo que usaran el argumento de "prácticas sectarias" por ese ambiente elitista y, a veces, paranoico que ocasionalmente se respira. Sin embargo creo firmemente que mantener un entorno controlado en una escuela con tanta diversidad es vital para la tranquilidad de los chavales y por tanto lo veo justificado.

A pesar de esas molestas sombras, hay que reconocer el faro luminoso en que se ha erigido el centro O Pelouro con el tiempo, y me siento afortunado de haberlo conocido personalmente, así como a la gente maravillosa que allí trabaja.

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